Nada ansío de nada, mientras dura el instante de eternidad que es todo, cuando no quiero nada.
¡Si al menos pudiéramos arrimar un ojo a alguno de los agujeritos que hay en el cielo!
Lloremos. ¡Ah! Lloremos purificantes lágrimas, hasta ver disolverse el odio, la mentira, y lograr algún día -sin los ojos lluviosos- volver a sonreírle a l...a vida que pasa.
OLIVERIO GIRONDO.-